Radicales libres y estrés oxidativo
La salud es uno de los temas considerados de gran importancia y prioritario para la mayoría de las personas. Pero, ¿qué entendemos por salud?, ¿cómo consigue nuestro organismo estar sano y permanecer libre de enfermedades? ¿Qué papel tienen los radicales libres en la salud? Desde muchas escuelas de naturopatía herederas tanto de la sabiduría oriental milenaria, como de prácticas ancestrales como la fitoterapia, señalan que la enfermedad se origina por algún tipo de desequilibrio, que puede afectar de distintos modos e incluso llegar a hacer colapsar el funcionamiento íntegro de un organismo. Concebir la salud desde una mirada cercana a la naturopatía nos muestra que estar sano es una condición natural donde prevalece una serie de equilibrios del organismo, en el que este se autorregula para inducirse estados óptimos. Estar sano es una condición natural indispensable para la vida. Es lo que da sentido a la perspectiva holística de la salud como algo influenciado por múltiples causas como la alimentación, los buenos o malos hábitos, el ejercicio, la realidad emocional o sentimental, incluso la realidad molecular y celular de nuestro cuerpo que cada vez está teniendo más consideración en el campo de la medicina clínica.
En definitiva, la salud es un estado natural de los organismos que requiere una serie de equilibrios fisiológicos y psicológicos. Muchos de estos equilibrios fisiológicos ocurren desde diferentes balances de autoregulación del organismo conocidos como homeóstasis. Un ejemplo de ello es el balance REDOX (Reducción-Oxidación). Este balance señala que nuestro organismo requiere un equilibrio entre agentes oxidantes y agentes reductores o antioxidantes, para un saludable funcionamiento. Es por lo que cualquier médico, nutricionista, dietista o naturópata coinciden en la importancia de consumir antioxidantes, pues ayudan a equilibrar el REDOX indispensable para un buen funcionamiento celular.
En el presente artículo nos centraremos en el concepto de REDOX, el equilibrio oxidación-reducción que regula el movimiento de electrones en nuestro organismo. Este balance es de suma importancia, pues un desequilibrio acumulado durante años que tienda hacia un exceso de oxidación (estrés oxidativo) está vinculado con diversas enfermedades. Este es uno de los frentes donde reside el potencial terapéutico del hidrógeno, pues ha mostrado ser un antioxidante selectivo único, que posee una capacidad para equilibrar el REDOX incomparable.
Para entender este balance REDOX, cabe recordar que en lenguaje químico, el concepto de oxidación o reducción se refiere a la ganancia o pérdida de electrones, siendo la ganancia una reducción, y la pérdida una oxidación. Se explica así el cambio en el color y la degradación de una manzana cortada, o el cambio de color, aumento de fragilidad del hierro, y la aparición de óxido de hierro, pues el oxígeno tiende a captar electrones, oxidando y alterando su equilibrio químico al cambiar su estado de oxidación. Así, en ese proceso REDOX, las moléculas que han perdido electrones se han oxidado, y las que han captado electrones se han reducido.
En todos los organismos también ocurren estos procesos de oxidación-reducción, y es donde entra en juego la importancia de los antioxidantes.
Desde la década de los setenta han aumentado considerablemente los estudios en las áreas de investigación clínica relativas a los radicales libres y los antioxidantes. Siendo cada vez mayor el número de profesionales de la salud interesados en los fenómenos de oxidación celular.
El oxígeno es un elemento fundamental para la vida, pero a la vez es el responsable de la generación de radicales libres, que si no se neutralizan de forma adecuada, poseen efectos tóxicos para los organismos. La conocida como paradoja del oxígeno señala que una excesiva presencia de agentes oxidantes y una disminuida capacidad antioxidante, genera estrés oxidativo[1].
Se considera radical libre a las especies reactivas de oxígeno, ROS Reactive Oxigen Species en inglés, aquella molécula que en su estructura atómica presenta un electrón desapareado o impar en el orbital externo, dándole una alta inestabilidad.
Diferentes reacciones de oxidación son necesarias y esenciales para los procesos celulares, pero estas reacciones de transferencia de electrones producen radicales libres que deben ser limpiados por los mecanismos de defensa antioxidantes de los organismos, encargados de neutralizar los agentes oxidantes y equilibrar el balance REDOX. Hay dos formas en las que los organismos neutralizan a los agentes oxidantes, vía antioxidantes enzimáticos o no enzimáticos, que pueden ser endógenos o exógenos[5]. Algunos de los antioxidantes exógenos, son la vitamina C y la vitamina E, que como el nombre indica, provienen de la alimentación por lo que nuestro organismo no los fabrica. Pero son los antioxidantes endógenos los que constituyen la mayor fuerza del sistema de defensa antioxidante.
En todos los organismos aeróbicos que requieren oxígeno para producir energía, existe el riesgo de que sus defensas antioxidantes se vean sobrepasadas por los agentes oxidantes, esta situación se conoce como estrés oxidativo. Este desbalance, está relacionado con diferentes enfermedades así como con el envejecimiento[6].
Ya en el 1954 la Doctora Rebeca Gerschman sugirió tres postulados que a día de hoy han quedado demostrados:
- Los RL constituyen un mecanismo molecular común de daño celular cuando los animales son sometidos a altas presiones de oxígeno y a radicales ionizantes.
- El desequilibrio entre oxidantes y antioxidantes producen efectos tóxicos.
- La producción de RL es un fenómeno continuo con implicaciones en el envejecimiento y la carcinogénesis[7].
Actualmente el estrés oxidativo se concibe como un balance desequilibrado entre oxidantes y antioxidantes, que tiende hacia un exceso de oxidación y se señala como causa de numerosas patologías y enfermedades neurodegenerativas tales como el Alzheimer[8] y el Parkinson[9], dolencias como psoriasis y diferentes tipos de dermatitis[10], enfermedades autoimmunes[11], complicaciones diabéticas[12], cáncer[13], etc. De hecho, la enfermedad cardiovascular secundaria al proceso de ateroesclerosis constituye la primera causa de mortalidad e invalidez en los países desarrollados, y dentro de ellas el infarto agudo de miocardio ocupa un lugar cimero[14]. Esto ocurre porque las LDL (principales transportadoras de colesterol hacia la célula) sufren modificaciones oxidativas, induciendo una activación de la peroxidación lípida, la cual posee un vínculo directo con la aterogénesis[15]. Así como estos radicales libres pueden provocar peroxidación lípida, denaturalización de las proteínas, incluso dañar el ARN y el ADN, pueden provocar muchas enfermedades dependiendo del lugar y a las células que afecten.
Por todo ello, las terapias con antioxidantes han mostrado ser válidas para equilibrar el REDOX y anular el estrés oxidativo[16], aunque en muchas ocasiones tiene un efeco limitado[17]. Es justamente por esto que las terapias de hidrógeno están despuntando y creando tanta admiración y expectación en muchas partes del mundo como muestra la fundación MFH (Molecular Hydrogen Foundation) ya que el hidrógeno resulta ser asombrosamente efectivo en su uso terapéutico en enfermedades derivadas de un desequilibrio del REDOX y el estrés oxidativo, tal como señala el bioquímico americano nominado al premio nobel Garth L. Nicolson.
Somos nuestras células, las primeras unidades de conciencia en nuestro organismo. Los generadores de hidrógeno, que permiten autoabastecerse de esta potente fuente de salud sin depender de ningún laboratorio, son un ejemplo de unión entre naturaleza y tecnología aplicada a la salud, que provocará una revolución clínica en los futuros años, ya que son estos puentes entre ciencia y naturaleza los que forjarán el futuro, no cabe duda de que este tipo de tecnologías han venido para quedarse.
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