Potencial terapéutico del hidrógeno
Actualmente podemos encontrar en los establecimientos todo tipo de alimentos funcionales, es decir, enriquecidos con vitaminas y antioxidantes destinados a añadir características y propiedades a los alimentos. Hace ya décadas que en Japón existe toda una serie de investigaciones sobre el agua, que ha dado como fruto una industria dedicada a la producción de diferentes formas de agua funcional. Japón es uno de los países con la esperanza de vida más alta del planeta, y su equivalente a nuestro ministerio de salud legisla con normalidad los ionizadores de agua que generan dicha agua funcional. En un principio estos ionizadores producían agua con un pH alcalino, pues diferentes estudios mostraron que inducía mejorías en ciertas patologías y desajustes gastrointestinales. En este país, es común que haya instalados en hospitales ionizadores de agua capaces de producir agua ácida, con propiedades desinfectantes o agua alcalina. Pero no fue hasta prácticamente el 2010 cuando se empezaron a desarrollar generadores de agua enriquecida con hidrógeno.
Lo que empezó a centrar la atención de la comunidad científica sobre el hidrógeno fue la repercusión y las implicaciones que se desprendían de los estudios del equipo del doctor Otha, que publicaron en la prestigiosa revista americana Nature Medicine[1]. En esta se señalaba al hidrógeno como una molécula única, capaz de equilibrar el balance REDOX como nada conocido hasta la fecha. El balance REDOX significa REDucción-OXidación, y hace referencia a un equilibrio homeostático necesario entre procesos biológicos prooxidantes y el sistema de antioxidantes de los organismos. El agua funcional utilizada para dichos estudios era reducida mediante electrólisis (ERW- Electrochemical Reduced Water), con una alta concentración hidrógeno disuelto en ella. Lo curioso, es que existen fuentes naturales ricas en hidrógeno, tal como demostró un estudio del doctor Sanetaka Shirahata del departamento de biotecnología y estudios contra el cáncer, de la Universidad de Kyushu, Fukuoka Japón[2]. Algunos ejemplos son la fuente de Lourdes en Francia, Nordenau en Alemania, Tlacote en México, Nadana en la India, etc. A todas estas fuentes se les ha atribuido tradicionalmente una elevadísima calidad, incluso se les ha asociado propiedades de sanación, lo que motivó al doctor japonés a realizar el comentado estudio que develó al hidrógeno como un elemento común en todas estas fuentes naturales.
El hidrógeno molecular es un gas que ha ido obteniendo popularidad dentro de los círculos de investigaciones académicas y universitarias vinculados a la medicina y la bioquímica. El crecimiento exponencial de los estudios sobre el hidrógeno se debe a que dichos estudios lo señalan como una molécula totalmente biocompatible y con un gran potencial terapéutico[3] que le da la capacidad de poseer un gran abanico de aplicaciones médicas[4]. Ya en 1975, una pionera publicación en Science de un investigador llamado Dole, de la Univesidad de Texas A&M, señalaba la efectividad terapéutica que contiene el hidrógeno para reducir melanomas tumorales[5]. Pero no ha sido hasta el 2007, desde que se empezaron a aplicar terapias de hidrógeno, cuando se demostró sus efectos biológicos terapéuticos[6]. Estos descubrimientos sugieren que el hidrógeno puede tener aplicaciones clínicas y médicas inmediatas[7].
Este potencial terapéutico reside en su capacidad para remover y limpiar de forma selectiva el radical hidroxilo(-OH), sin reaccionar con otras especies reactivas del oxígeno que actuan como moléculas con función de señalicación biológicas como el superóxido, el óxido nítrico o el peróxido de hidrógeno. El hidrógeno muestra ser inductor de beneficios en los funcionamientos de todos y cada uno de los órganos[8], vía modulación de las transducción de las señales celulares, fosforilación protéica y la expresión génica[9].
Las investigaciones sobre el hidrógeno todavía se encuentra en fase embrionaria, pero ya existen más de 500 estudios publicados de ensayos clínicos realizados por más de 1.500 investigadores entre el que se encuentra el bioquímico estadounidense nominado a premio nobel en 2015 Gath L. Nicolson. Estos estudios indican que las terapias con hidrógeno provocan mejorías en más de 150 tipos de enfermedades diferentes[10], incluso extiste una fundación sin ánimo de lucro de reciente creación dedicada a la difusión de las propiedades biolóqicas y sus posibilidades terapéuticas (MHF), por lo que no cabe duda de que el hidrógeno posee un futuro prometedor.
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